8 de febrero de 2010

Leciones del Banco Mundial en Tsunami que no pueden ser olividadas en Haití

  1. Acelerar el desarrollo de un plan impulsado por el Gobierno para la recuperación y reconstrucción que también sea lo suficientemente flexible para adaptarse a los cambios en el terreno. Simplificar las tareas. Es importante actuar con rapidez
  2. No adjudicar a las organizaciones responsabilidades que no puedan manejar.
  3. Pensar en la secuencia de reconstrucción desde el comienzo.
  4. Recuperar la sensación de normalidad, los medios de subsistencia, la educación y la actividad económica cuanto antes.
  5. Ser lo más transparente posible y comunicar información a los interesados locales.
  6. Seguir de cerca el financiamiento y actividades de reconstrucción.
Cuando el Gobierno de Aceh fue diezmado después del tsunami, un grupo de especialistas del Banco Mundial, incluidos Guggenheim, Aniruddha Dasgupta, Jehan Arulpragasam, Joel Hellman, Susan Wong y Wolfgang Fengler colaboraron con el equipo completo de la institución en ese país y con la dirección regional, en el desarrollo de una estrategia que pudiera hacer avanzar la reconstrucción sin medidas gubernamentales a gran escala al comienzo.
La estrategia valorizó la rapidez por sobre la planificación detallada. Se pidió a las aldeas que evaluaran someramente lo que se había destruido e identificaran sus límites. Se otorgaron donaciones a comunidades en fases: la primera para las necesidades básicas y las donaciones subsiguientes para la reconstrucción. El programa estuvo listo y en marcha tres meses después del tsunami, dice Guggenheim.


La red fue provista por un extenso programa de desarrollo de base comunitaria y dirigido por el Gobierno, que el Banco apoyaba desde 1998. Fue uno de los pocos programas de desarrollo que funcionaban en la aislada provincia antes del tsunami.
Unas 4.000 organizaciones de base comunitaria en el terreno tendrán una función clave en la entrega de suministros y en la limpieza y reconstrucción, dice Ayat Soliman, el especialista principal del Banco en los dos proyectos. Más de 600 organizaciones de base comunitaria ya han sido inventariadas y están en condiciones de participar activamente en los esfuerzos de socorro, recuperación y reconstrucción.
“La celeridad en una situación posterior a una catástrofe es tan importante como la planificación, y en alguna medida incluso tan importante como la calidad”, señala Fengler.
“No se detengan en ejercicios de planificación detallada. Ayuden al Gobierno a proponer una estrategia de reconstrucción pero no permitan que sea demasiado extenso o detallado. Conviértanlo en un documento viviente”.



Recuperar medios de subsistencia y crear empleos son prioridades
La experiencia del pasado muestra también que recuperar los medios de subsistencia y generar empleo para las víctimas del desastre son dos prioridades que se han convertido automáticamente en parte del primer período de recuperación”, dice Fengler.
La importancia de lograr la participación de las personas y comunidades locales es una de las lecciones clave que aprendió el Banco Mundial, según Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
“Las víctimas pueden convertirse en trabajadores del desarrollo, los receptores de asistencia pueden volverse facilitadores comunitarios y las personas desplazadas pueden reconstruir su propio futuro”, dijo Cox durante la Conferencia de Ministros sobre Haití, realizada en Montreal el 25 de enero.
Las donaciones en efectivo, a menudo mencionadas como transferencias de efectivo, también pueden ayudar en los primeros meses después de una catástrofe, no sólo para que las víctimas puedan comprar lo que necesitan sino también para regenerar la actividad económica y “ayudar a la gente a recuperar cierto nivel de normalidad en medio de todo el caos”, dice Tara Vishwanath, economista del Banco.
Vishwanath concibió los programas de transferencia de efectivo para Sri Lanka después del tsunami de 2004 y para Pakistán después del terremoto de 2005 que dejó 73.000 muertos, a 2,8 millones sin refugio y a más de un millón sin empleo al acercarse el invierno.

Coordinación y seguimiento son fundamentales
Con la ayuda de los múltiples recursos que se esperan en Haití (incluidos US$100 millones en donaciones del Banco Mundial, al igual que otros US$200 millones desviados de proyectos actuales), es fundamental que los esfuerzos de recuperación y reconstrucción estén bien coordinados.
“Haití necesita el talento, recursos y energía de todos: organismos bilaterales, multilaterales, no gubernamentales y el sector privado, entre otros”, señaló Cox en Montreal. “Para ser eficaces, no deben desperdiciarse los escasos recursos del Gobierno de Haití ni de las instituciones locales”.
En Aceh, la oficina del Banco y la presencia en el lugar se convirtieron en un mecanismo de coordinación de facto de varias partes interesadas en algunos de los temas de desarrollo no humanitario que más tarde serían muy importantes para la reconstrucción”, explica Guggenheim.
El equipo del Banco comunicaba un caudal constante de información local en tiempo real a la administración superior, lo que le permitía tomar decisiones rápidas acerca de cómo tratar los problemas en el terreno al comienzo de los esfuerzos de recuperación, detalla el experto.
Además, el monitoreo estrecho y la comunicación son claves para el éxito de la reconstrucción, dice Fengler. El esfuerzo requiere seguimiento en el terreno y una hábil acumulación de los datos, agrega.



“Si se tienen los miles de proyectos que tendrá Haití, es necesario contar con alguien que haga el seguimiento de los mismos y les dé sentido. Esto no se realiza a través de un sistema informático sino de las personas que saben cómo procesar los datos. Y esto es muy importante porque al avanzar, el Gobierno y sus asociados tomarán grandes decisiones, especialmente sobre la asignación del dinero y cómo canalizarlo. Se debe tener una base para tomar estas grandes decisiones y es fundamental para ello tener datos fiables como quedó demostrado en Aceh”.

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