11 de septiembre de 2009

La Revolución Alimentaria


RAMY WURGAFT desde Buenos Aires


10 de septiembre de 2009.- En una visita a Tucumán, durante la hambruna del 2003, acompañé al ingeniero agrónomo Cristián Méndez en un recorrido por las poblaciones más afectadas. Había centenares de adultos y niños famélicos haciendo cola frente a los comedores de emergencia. Méndez recogió allí un puñado de tierra y con sólo palparla y olerla determinó que ese suelo estaba compuesto de humus, una sustancia rica en componentes orgánicos.
El terreno donde estaba emplazado el comedor, así como muchos de los barrios de chabolas en esa provincia norteña, era apto para todo tipo de cultivos. Con un poco de iniciativa y un mínimo de inversión, se podía convertir esos baldíos en un vergel. Es decir, en una respuesta sustentable contra el flagelo del hambre y en una fuente de trabajo para los tucumanos.
 
Un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala que la desnutrición afecta a un 10% de los latinoamericanos: 55 millones de personas, de las cuales más de la mitad son niños, no consumen la cantidad de calorías suficientes para poder estudiar o trabajar. Los gobiernos de la región son muy poco creativos a la hora de justificar lo injustificable. "Estamos empeñados hasta las cejas con el Fondo Monetario Internacional (FMI)"; "Los cultivos de soja, en manos privadas, ocupan las tierras productivas". Ah... olvidábamos mencionar a Estados Unidos, el eterno responsable de todas las miserias del continente.
 
Desafortunadamente para ellos, una mujer empeñosa, la brasileña Clara Brandao, ha demostrado que el hambre en nuestros países no es un castigo divino ni forma parte de una conspiración de la CIA. En la cocina de su casa, la nutricionista y pediatra preparó un compuesto en base de cereales, vegetales y cáscaras de huevo trituradas. Luego probó la receta en trece jardines infantiles de Santarem, una ciudad del estado amazónico de Pará. En cinco meses, los niños que padecía raquitismo, aumentaron considerablemente de peso y de estatura. Ya no permanecían ensimismados, abúlicos, mientras sus amiguitos correteaban por el patio.
El impacto del potaje, que la inventora patentó bajo la rúbrica de 'multimixtura', sobrepasó todas las expectativas. El experimento comenzó en el 2005, y en el 2008 la tasa de desnutrición infantil en Santarem, había disminuido del 31% al 18%. Para aplicar el programa a mayor escala, Clara Tataki Teko Brandao, hija de emigrantes japoneses, creó junto con la fundación católica Pastoral del Niño, la Sociedad de Estudios y Aprovechamiento de la Amazonía (SEAA). Una oficina minúscula, sesenta profesionales y voluntarios más dos vehículos todoterreno, adquiridos de segunda mano, eran las herramientas de que disponía para difundir el evangelio de la multimixtura por la Amazonía. Un benefactor anónimo aportó una avioneta y un piloto para extender el programa a otras regiones como el nordeste brasileño donde la sequía ha reducido a la miseria a los campesinos o a las favelas de Sao Paulo, donde la tasa de mortalidad infantil es de un 10%.
Brasil es un país con una extraordinaria diversidad de productos comestibles. Clara adaptó la multimixtura a los cultivos o frutos silvestres de cada región, sustituyendo los cereales por mandioca o las hortalizas por ananá o mango, con los mismos resultados. "No pretendo convertirme en gurú ni fundar una nueva religión. La multimixtura no puede competir con la carne de bovino en valor nutritivo. Pero mientras la carne esté fuera del alcance de los pobres, las mezclas que producimos satisfacen los requerimientos básicos del organismo", afirma la científica de 67 años.
 
Alim Girad, experto en nutrición de UNICEF, acompañó el proyecto durante seis meses y al término de la visita comparó el trabajo de Brandao con el de Muhamad Yunus, creador de Grameen (el banco de los pobres), quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la lucha contra la pobreza. La SEEA ha recibido a varias delegaciones de expertos africanos y asiáticos, interesados en aplicar programas similares en sus países.
En el vecindario no se percibe el mismo entusiasmo. Tal vez resulte más rentable para nuestros políticos contar con una reserva de hambrientos que los aplaudan cuando acuden a la inauguración de un comedor popular. En el propio Brasil, recientemente un diputado del Partido de los Trabajadores (PT) ha pedido que el potaje de Clara Brandao se incluya en el programa oficial de lucha contra el hambre.

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